En
primer lugar hacemos notar que consideramos de muy buen provecho la celebración
del 14 de Febrero, para poder hacer un Stop y dedicar un día al Amor. Si
venimos a ver, pocas celebraciones tienen tanta cercanía con la Instrucción Ámense como la celebración
del Día del Amor o Día de los
Enamorados; puesto que hay una confluencia, justamente, no sólo en el nombre,
sino también en el contenido; y podemos decir que en Ámense es este día lo que se celebra siempre, cada vez que nos
esforzamos por ser mejores personas, mejores hombres o mujeres, mejores padres
y madres, mejores hijos, mejores hermanos, mejores amigos, mejores
profesionales, mejores contribuidores al bien del ambiente, tanto físico, como
psíquico, en fin mejores hijos de Dios.
Quizá
éste sea también un día en el que podíamos preguntarnos si las formas en que lo
celebramos es la respuesta de lo que para Ámense
significa. En nuestra Comunidad todos reciben la propuesta de una forma nueva de celebrarlo, y los resultados
cada año se hacen mejores y, responden cada vez más a lo que, desde dentro de
cada cual, es celebrado ese día tan especial.
De
todas las formas de Amor que podemos celebrar, la que consideramos central en
la vida, para que ésta tenga la armonía en todo lo demás, es precisamente, la
relación de pareja. Para que una vida pueda realmente considerarse lograda y
exitosa, es preciso haber enfrentado y superado en el diario vivir todos los
obstáculos internos y externos que agreden el amor. Hoy esta forma de triunfar
en la vida parece estar olvidada y, en muchos se da como un no creer que esto
sea una verdad posible. Pero ¡ánimo! este año hasta elementos de la naturaleza,
como la luna llena y el frío, ofrecen un toque especial, para lograr
sumergirnos en ese maravilloso misterio que encierra el amor de los novios, de
los esposos.
Cuando
conmemoramos este amor, estamos celebrando nuestra historia como personas, cómo
llegamos a confluir, a conocernos, a enamorarnos; re-memoramos lo que hemos
vivido y compartido juntos, lo hermoso, lo fácil, lo difícil, lo verdadero.
Debía ser un día escogido, donde pudiéramos compartir nuestras vidas juntos. Quizá
debía verse como una oportunidad única para poderlo hacer, y hasta enfrentar,
desde el corazón, algunas diferencias y hasta conflictos velados, latentes,
pendientes... Sin embargo, ¡cuántas veces perdemos esta oportunidad!, no
precisamente por dejar de celebrarlo, sino incluso, al decidir cómo hacerlo:
Unas personas
escogen, por ejemplo, pasarlo en grupo; para ello las mujeres deben estar
presentables, y se cae no pocas veces, en la competencia de quién va mejor o
peor vestida, se emplea un tiempo en la peluquería; quizá ya se ha empleado
tiempo en días anteriores para comprar el vestido, zapatos, accesorios... y; el
regalo de la pareja, comprado con el cuidado adecuado para responder como es
debido cuando otros pregunten: "- ¿Qué le regalaste a tu esposo/a?";
aunque quizá no sea lo que realmente
él o ella podían valorar para sí, pero se hace importante el que vaya a causar
un impacto en los demás.
Por otra
parte, las personas con las que se comparte la fiesta, pudieran ser las de
siempre, que nos conocen; o un grupo nuevo de personas al que fuimos invitados,
donde es posible que no nos conozcan en nada. Podemos también comprar un ticket
para un evento artístico para aprovechar el día, ya que nunca podemos hacer
eso; podemos hacer una comida en casa para que nos reunamos con otros de la
familia y, o bien gastamos dinero en comprar la cena, o la cocinamos nosotros
mismos trabajando para otros ese día... En fin esta pudiera ser una larga
lista.
Pero,
¿hemos pensado que estas fechas pudieran ser importantes para que pudiéramos
compartir con nuestros hijos?. ¿Cuán saludable puede ser para ellos percibir el
amor que une a sus papás, haciéndolos partícipes de nuestra historia de amor,
que es el antecedente de su identidad
y; más tarde, poder salir solos los dos, a un sitio escogido por ambos,
desde dentro. Un buen regalo incluso
podría ser el ser acertado en la selección del lugar, de la comida, del
ambiente, poder mostrar al otro, en detalles únicos, cuánto lo amo, porque lo
trato de manera conocida, y le
muestro cómo sigue vivo el deseo de tener intimidad y conocer más y más del
otro.
Pensemos,
en fin, que podemos ser capaces de maltratar esta fecha, por simplemente seguir
la rutina de siempre o, celebrarla de la misma forma y con las mismas personas.
Cada año pasado, en cambio, es un capitulo más de nuestras vidas, y el amor necesita
ser reintegrado a las nuevas realidades, a los nuevos acontecimientos vividos y
la nuevas etapas, donde podemos llegar hasta amar y, no necesitar cambiar, los
signos naturales del envejecimiento en uno mismo y en la persona amada. Cada
marca, incluso cada arruga del cuerpo, tiene una historia que es preciso
reconocer, acoger e integrar en el Amor dado y recibido.
Todo
esto es posible lograrlo, vivirlo, mantenerlo y enriquecerlo siempre más y más,
sacándole el disfrute máximo a nuestro ser éste hombre o ésta mujer únicos, en
cuya relación crece y se enriquece cada cual, teniendo siempre el vínculo de
intimidad sexual como la expresión más elevada de esa entrega del uno al otro
y, que se convierte, al mismo tiempo, en la Fuente desde donde se rehace la
propia vida y la propia historia.
¡Que
así sea para todas las parejas que se aman hoy y siempre!
Reciban
abrazos con buena amistad de,
Sara y Alberto