Queridos en Ámense:
Es
muy común hoy en día escuchar que hay que ser positivos y "olvidar las
penas", que no hay que sufrir, dejar en el pasado todo eso; así han
quedado atrás como "anticuadas" las canciones, las películas, los
poemas, las manifestaciones del arte; donde aparecían con mucha frecuencia
expresados el dolor y el sufrir muy directamente ligado a manifestaciones del amor
sentido y vivido. La actual, es una etapa de la humanidad en la que no se
acepta fácilmente la posibilidad de asumir un sufrimiento como un momento propio del vivir.
"Voy a reír, voy a
gozar, vivir mi vida la, la, la, la." es una tónica musical que
nos ha atrapado a todos, desde el gran talento de Mark Anthony, se hizo como un
himno de alegría, que se propagó como pólvora encendida en todo este último año
y medio desde que se lanzó. La escuchamos frecuentemente en la radio, incorporado
en sketches televisivos y de teatro, y curiosamente es una canción que se pega
muchísimo a los niños, aun a los muy pequeños. No nos extraña el que sea así,
precisamente, porque en Ámense sabemos
que el disfrutar, el gozar, es una realidad vital de la Persona Humana, más aún,
sabemos que es el fin de todo lo que
se hace, de todo lo que se tiene y de lo que se vive.
Pero,
podemos preguntarnos ¿está reñido ese vivir y gozar con el llorar y el sufrir?
¿Tenemos que considerar que éstas son dos realidades antagónicas e irreconciliables
o, ¿existe la posibilidad de poder integrar el uno y el otro? Para aclararnos
sobre esta pregunta bastaría mirar nuestra propia vida, nuestra propia
historia, nuestras propias vivencias, lo que hemos realmente vivido... ¿Hay de hecho alguien a quien
no le haya tocado sufrir en la vida? es más, ¿existe alguien que sea totalmente
feliz y desconozca el sufrir? ¡Atención, queridos! estamos tocando un punto esencial, muy
pegado al Centro de la vida humana, y
al considerar que no tiene sentido el sufrir podemos auto-engañarnos y estar
alejándonos de ese centro,
desvinculándonos del verdadero vivir,
de la fuente de todo Bien y del gozo más real y duradero que podamos tener.
Conocedores
somos de este camino hacia la Pascua, de la inmensa Fuerza que aparece en nosotros cuando
decidimos sufrir nuestro dolor, ese que está ahí, que no hemos inventado
nosotros, que existe en uno y que no hemos decidido tenerlo; pero que si trato
de ignorarlo, o digo que no existe, o lo escondo, o trato de olvidarlo, o huir
de él; permanece ahí, fuera de mi control, amarrando mi vida, frenando mi
crecimiento, oscureciendo mi inteligencia, paralizando mis fuerzas y buenas
decisiones; lanzándome a luchar por "causas" ajenas a mi verdad,
deshaciéndome en lo que no soy, en lo externo a mí.
Queridos
hermanos y hermanas seamos sinceros, atendamos al hijo de Dios que somos, y que está ahí dentro de nosotros, clamando
justicia, buscando la Paz, rechazando la falsedad, la inconsistencia, la
mentira, el vacío del descompromiso, de la frialdad, de la indiferencia, de la
superficialidad, de la ignorancia, de la falta de amor. Es como un gemido que
surge de nuestra dignidad ignorada, maltratada y herida, a veces, hasta por
nosotros mismos.
Enjuguemos
nuestro rostro, atendamos y aliviemos nuestro dolor viviéndolo y sufriéndolo,
¡no hay de otra...! El mismísimo Dios hecho hombre sufrió y enfrentó el sufrir,
no soltó la Cruz hasta vencerla, muriendo en ella. Aprendamos a identificar
nuestra cruz, asumirla y morir en
ella: eso es vivir y eso es gozar.
Estamos en Cuaresma, vamos pronto a celebrar la Semana Santa y éstas
no son historias del pasado: ¡ahí está nuestra historia de vida!, venzamos el mal
que nos oprime sufriéndolo y liberándonos de él.¡Aprendamos viviendo y vivamos
aprendiendo! ¡Construyamos nuestra propia sabiduría, nuestro legado y nuestra
gloria!. ¡Ánimo!
Alberto
y Sara
Miami,
Fl. Abril 2, 2014