Por Sara Mateo
En este día en el que se celebra a la mujer, quisiera yo, que soy mujer, expresar mi deseo. Pienso que quizá el poderlo expresar a muchos sea la forma en la que el Padre me lo cumpla.
Quisiera en este día que todos pudiéramos celebrar la divina dicha de ser sexuados: los hombres por serlo y las mujeres por serlo.
Yo soy mujer y me encuentro en la sexta década de la vida, he transitado por muchas etapas de la mujer que he sido y que soy ahora; todas importantes, pero recuerdo vagamente que cuando era pequeña no existía esta fecha, al menos, no se escuchaba en mi país, Cuba, como una celebración que sonara. Siempre escuché que se trataba de una fecha comunista, es por eso que me documenté para estar más segura del origen de la misma, y puedo encontrar valores sanos sosteniendo esa conmemoración, pues aún cuando pueda verse relacionada con el desastre socialista, su origen es otro. (Cf. Wikipedia.org).
En fin, de todas formas, ahora que vivo hace ya unos años en USA, también muchos la celebran e incluso recibo felicitaciones por esta fecha, claro que yo pienso que quizá la forma de celebrar en la Cuba tiranizada por el castrismo, hacía que se identificara esa fecha como del régimen, ya que en pleno "período especial" cuando no había flores para las coronas de nuestros muertos - y encontrar un ramito de rosas para los enamorados era un hallazgo- cuando trabajaba en el Hospital Hermanos Ameijeiras, en mi experiencia, ese día, cuando yo llegaba a marcar la entrada, me recibían los del sindicato, con una postal y una rosa roja. Y el almuerzo -que era incomible siempre- ese día era pasable, pues lo daban muy mejorado, saliendo, de no se donde, a formar parte el banquete, el perdido pollo; también aparecía la yuca con mojo y, quizá, los platanitos maduros fritos. Todo esto hacía que los cubanos, bloqueados de toda información mundial, ubicaran esta fecha como del régimen.
Bueno ahora les hablo de mi deseo en este día.
¡Bien!, lo que a mi me gustaría sería que la mujer se sintiera bien con serlo, sin querer competir con el hombre y que éste no tratara de superarla a ella, sometiéndola y humillándola. Mi deseo es que seamos capaces de darnos cuenta que ambos fuimos creados por el Padre con características propias y diferentes; con atributos de uno y de otro. Mi deseo sería el poder trasmitirles a muchas más mujeres que yo, una simple mujer, me siento orgullosa de serlo. ¡Cuánto me agradaría que las mujeres que lean esto estén de acuerdo conmigo y se sientan también tan orgullosas como yo!
Fíjate amiga, yo comprendo que -para sentirme orgullosa y feliz de ser mujer- no tengo que desplazar lo que es del hombre. Yo tengo lo mío, dado por el Creador para mi. Me encanta mi delicadeza y no la cambiaría nunca por la rudeza que a veces muestran algunos hombres; también amo la fuerza que El me dio para poder ser madre, y es que mi maternidad trasciende el haberlo sido de mi hijo. Me puedo sentir madre de cualquier persona que me necesite y que yo pueda darle de mi; siento mi maternidad cuando puedo crear algo. Amo las diferencias de mi cuerpo con las de los hombres, y la atracción que siento por mi esposo, que es para mi el hombre. ¡Que bueno sería que ambos -mujer y hombre- nos diéramos cuenta de que estamos llamados a integrarnos en nuestras diferencias, sin rivalizar, ni competir! En realidad, si nos fijamos, no hay con qué hacer ni lo uno ni lo otro; ya que cada cual tenemos lo nuestro, lo propio, de lo que somos y representamos en este mundo. Nuestra dignidad está dada, precisamente, no en tratar de lograr lo del otro y querer ser tratados "iguales", ¡no!, todo lo contrario, está en lograr que podamos tratarnos con las diferencias que necesitamos unos de otros. ¡Eso es lo que nos hace iguales en dignidad, para así alcanzar, la necesaria integración; para aportarle al mundo un TODO único, formado por lo de cada uno, que lograría transformar todo el mal en Bien; y que daría la posibilidad de hallar el Amor donde quiera que estemos y, en todas nuestras relaciones.
¡Qué feliz me siento hoy que todo me hace recordar la mujer que soy!
¡Felicidades amigas y, también amigos!
Sara, no sin mi Alberto