El Legado que dejaron a la
Humanidad Francisco y Clara de Asís; llega hondo, y es enorme el impacto
popular y la identificación que ellos tuvieron con el Evangelio de Jesucristo,
desde su siglo XIII. Y podemos preguntarnos ¿tiene vigencia aun Francisco, para
nosotros en el siglo XXI?
Nuestra respuesta es un sí
absoluto, porque son muchos - y hasta de diferentes confesiones y culturas- los
que hoy lo siguen en todo el mundo; y, precisamente Ámense se conecta desde lo
más profundo con esa inspiración original que este gigante de Asís vivió y
realizó, junto a su increíble Clara.
Francisco y Clara llegan a
nosotros en nuestro tiempo, no como personas ejemplares, casi perfectas, que encajaban
en las estructuras sociales que imperaban en su época; ¡no!, para nada. Ellos
llegan a nosotros como aquellas personas con límites, con defectos, personas
normales como cualquier otro.
A Francisco le
caracterizaba el mostrar sus sufrimientos, su manera casi disociada en que a
veces se sentía, entregándose a su sentir, a su manera especialmente instintiva
de percibir lo que le rodeaba, a su dificultad para establecer reglas rígidas,
de las que se salía una y otra vez... Le era en extremo difícil
"meter" su sentir, su querer, en normas y reglas. Tanto fue así, que
casi que por mandato tuvo que hacer las Reglas Franciscanas, pues ese estilo de
vida se salía de todos los marcos de esa época, y se la regresaron por no estar
desarrolladas de la forma regulada dentro de los patrones de la Iglesia. Sus
tremendas ideas se combinaban mejor con lo natural y espontáneo de la vida, que
no podía estar encerrado, para él, de ninguna manera, con estructuras que lo
limitaran.
Libre, fluido, apasionado,
veraz, justo, se daba completo, amaba intensamente, y la humildad que lo caracterizó
hizo que unos lo valoraran más y que otros no lo vieran con el verdadero valor
que poseía. Así sencillo, tierno y fuerte a la vez, en una entrega casi
desproporcionada, enfermó muy joven y sufrió tanto como pudo soportar, tan
cercano a Jesús que padeció sus estigmas, los cuales fueron el mensaje más
claro de esta cercanía. El amor y gratitud hacia su madre lo llevó a tener una
gran devoción por la Madre de todos,
mostrando un gran respeto y admiración por la Virgen Santísima, ante la cual se
desmoronaba mostrándose como casi un niño cuando sentía su presencia.
Francisco no fue un
ejemplo, fue alguien que dio fe de un testimonio inigualable que ojalá todos
pudiéramos entender y seguir, pues ha mantenido y mantiene su vigencia por
todos estos años. ¿Cuál es su secreto? Muy simple: Todo él se conecta en un
vínculo personalísimo con Jesucristo sufriente, muerto y resucitado.
Aprendamos de su amor, de
su misericordia, de su compasión, de su armonía, de su humildad, de su
devoción, de su entrega, de su sufrimiento, de su alegría... que aprendamos a
ser un instrumento de la Paz de Dios en este mundo.