Queridos en Ámense:
¡Qué día el de hoy! tanto tiempo esperando este final, tantas veces creyendo
que esta realidad se había dado, tantas emociones... Cuántas veces se dio por
sentado que el tirano había muerto. Hoy, al menos en mi caso, ya no hay
emociones tan fuertes, es como si esta posibilidad también se hubiera
silenciado dentro de mí como muchas otras emociones que se fueron extinguiendo
dentro de mí a lo largo de mis 66 años de vida, claro que siento algo de
tranquilidad de paz y por qué no, de alegría y de gozo, pero mucho más tenue
que hace años atrás, claro, estoy más vieja, los años pasan y con ellos se van
muchas realidades, se van quedando atrás las fuerzas de la juventud, así mismo
se van muriendo realidades en mi que ya no vuelven a salir, así, de la misma
forma veo y siento como han muerto tantos y tantos cubanos que anhelaban poder
haber vivido esta realidad, en la propia tierra tratando de defenderla,
tratando de que su voz fuera escuchada, en el mar huyendo de la tragedia y la
devastación, también percibo como cosas que no se lograron, ya no se lograrán
nunca más, pues ya pasó su tiempo, si,
todo eso lo veo claro y no me engaño, será por eso que no siento
emociones tan fuertes, y quizá pueda tener reacciones mucho más conservadoras
que hace unos años, mis energías han cambiado, se han ido compensando,
acomodando y se han encaminado a otras líneas en mi vida. Claro que comprendo
todo esto, que ya lo que ha pasado, no tiene retroceso, el desgaste psicológico
al que hemos sido sometidos, por tantos años, como personas, como familias y
como sociedad, pero lo cierto es que se ha dado un hecho impactante y único,
esperado y anhelado, muere el tirano mayor, el más fuerte e inteligente de esa
tiranía, si, quedan los demás, pero ninguno con su fuerza e ímpetu, tan
dominante, egocéntrico, egoísta, traidor, manipulador, haciendo memoria no
puedo ubicarlo en ninguna virtud, pues quizá su inteligencia sería la única,
pero como decidió llevarla a la consecución del mal... Todo esto lo veo claro,
las cosas que en su momento no cambiaron, no lo van a poder hacer ahora, de la
misma manera, pero lo cierto es que ha muerto, ya no está actuando, no está su
presencia diabólica que influía en ese pueblo y en parte del mundo, un engendro
del mal ha dejado de existir y es curioso ver, en la medida que pasan las horas
y él se aleja de este mundo cada vez más, las fuerzas del bien logran tomar su
lugar, si, porque lo que para algunos es algo malo, el festejar la muerte de
alguien, para los cubanos llenos de dolor y sufrimiento, de rencores y
resentimientos se convierte en una total
sanación, fluyen de manera casi natural los horrores que han vivido, los
daños y humillaciones de que fueron objeto en todos estos años de la vida de
esta persona malvada, que tomó por sorpresa a todo un país a toda una
generación, que, los engañó, traicionó, los paralizó y los llevó a la
destrucción de sus familias, de sus valores, de sus principios, hasta llevarlos
a una planicie que les impidió reaccionar y que lleva a los que aún reaccionan,
a una vida de violencia, a agresiones, a golpes , a presidio y a muerte
constantes. Nuestra tierra, tan rica y prolífera se ha convertido en una tierra
pobre, desprovista de frutos y muy alejada de la abundancia de amor y paz que
siempre la caracterizó. He escuchado a lo largo de todos estos años la
necesidad de que Cuba sea libre, se habla de la necesidad de mejorar su
economía, de sus relaciones con otros países, la necesidad de que Cuba sea
libre, pero poco se habla de las condiciones psicológicas devastadas del
cubano, y es ahora, después de haber acribillado a todo un pueblo en su esencia
básica, que por primera vez, se puede hablar con libertad de lo íntimo, de lo
profundamente dañado, ahora el exilio está sanando sus daños y somos una parte
importante del país que se está recuperando de verdad, desde dentro, desde lo
profundo y esto es muy importante, porque cuando algo así sucede, los hermanos
que se separaron, se unen y se integran, se comienzan a comprender y se llevan
los unos a los otros y los de allá, que aún están reprimidos y paralizados y
los que aún le quedan fuerzas para luchar a través de la acción, aunque dentro
del obligado silencio, se sienten hermanados con los del exilio que ya sanados
podrán luchar de manera liberada de resentimientos y de rencores, sabiendo que
existe la total certeza de la justicia Divina.
Pero, no olvidemos que el tirano hace unos diez años ha vivido una
vida " de perros" pues la enfermedad que ha padecido es de carácter
muy debilitante y casi humillante sobre todo para alguien que estuvo
desprovisto de la fe y del vínculo con Dios Padre, yo creo que debe haber sido
un verdadero calvario el que vivió en este tiempo y todo esto unido a la
sanación que puedo percibir y sentir de manera propia de los cubanos del
exilio, harán un bloque muy fuerte que aniquilará los vestigios de tiranía que
quedan en nuestra patria y podremos todos juntos, reconstruir nuestro país y
nuestros hermanos heridos por el mal.
Los cubanos hoy celebramos, no la muerte de un tirano, sino celebramos
la esperanza, la liberación interior, la sanación del dolor, la libertad de la
tierra amada y eso, queridos todos, por todos estos años de sufrimiento y de destrucción,
tenemos ese derecho y pedimos respeto por todos aquellos que no nos entiendan y
agradecemos a los que se solidarizan con nosotros, quizá aún sin entendernos,
sabemos que nuestros hermanos venezolanos son los más cercanos a entendernos y
a sentir ese vestigio de esperanza, pues lo están sufriendo en "carne
propia".
Dios Padre ya está actuando de manera visible, hasta ahora no dejó de
hacerlo, pero fue para ojos divinos y no humanos, ha sido una tarea ardua para
Él y al final veremos el éxito total de la verdad y de la justicia.
Un abrazo.
Sara y Alberto.