Quisiéramos ver, Padre, el Orden establecido por ti en el mundo hecho realidad; en primer lugar, teniendo en cuenta la libertad personal que nos has regalado, de la que todos pueden y deben hacer buen uso, y permite que cada cual se reencuentre y se realice, en vínculo contigo, su Creador, realidad que está ahí en cada uno de tus hijos, lo sepan o no, lo acepten o no, la usen o no. Te pedimos que muchos se redescubran en su triple verdad de: ser persona capaz de comunicar al mundo los talentos, los dones las virtudes únicas que has puesto en él o ella; ser sexuado, capaz de acoger en sí mismo el gran valor de ser ese hombre/esposo/padre, o esa mujer/esposa/madre, abiertos el uno al otro en una misión común, donde aprendan a lograr juntos a construir hogares que funcionen, para hacer crecer nuevos hijos sanos, equilibrados y felices, constructores de la vida. Y así, finalmente, que nadie deje de responder Sí, a la inmensa dignidad de ser tu hijo, que todos aprendamos a responsabilizarnos de llevar Tu Nombre grabado en nuestro propio nombre, desde lo más profundo, de tal modo que se exprese, consistentemente, en todas nuestras relaciones familiares, laborales, sociales, económicas, religiosas y políticas, como el eco de una sola Ley: Ámense.
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