Queridos en Ámense:
Hoy es el aniversario 18 de nuestro Matrimonio por la Iglesia Católica, siendo el día también del aniversario 34 de la Ordenación Sacerdotal de Alberto. A algunos les puede sonar esto chocante; pero a la mayoría NO, al contrario, casi todos nos muestran su agrado y hasta nos felicitan por nuestra decisión, porque no ven porqué la Iglesia Romana no permite que los sacerdotes se casen. Eso es vox populi, voz del pueblo, y la voz del pueblo es voz de Dios, según un antiquísimo refrán, que es parte incluso de las máximas de la Fe Católica.
Sucede que, desde el pasado viernes 14 de junio, prometimos en La Voz de Ámense desarrollar la interpretación del Evangelio de ese día de Mt. 5,27-32 que habla del matrimonio, divorcios, adulterios y, leído a la letra, puede confundir. No habíamos podido hacerlo por el nivel elevado de trabajo al estar inmersos en las Tutorías de Verano de Familias, que es el fuerte de Ámense en estos momentos.
Aquí estamos hoy respondiendo a nuestro llamado de dar la luz, pues, sin duda, es un asunto fundamental, cuando se está dando una crisis muy grande de divorcios, infidelidades, promiscuidades, e incluso de posiciones de apatía al compromiso matrimonial, agamias, posiciones de bisexualidad, homosexualidad y hasta cambios de géneros. Sin duda el tema de la sexualidad hoy en día es tan crucial como el de la familia misma, ya que una y otra van de la mano. Y consideramos con enorme certeza, que los más graves problemas de la humanidad comienzan en matrimonios mal avenidos.
No está ausente de la Biblia, ni mucho menos de los Evangelios de Jesús, estos temas básicos del vivir humano. Pero partamos de la realidad que conocemos:
◉ Cuando un hombre o una mujer no es feliz en su unión, por lo general, la otra persona tampoco lo es y el matrimonio está hecho para ser felices los dos, pues se supone que, al ser adultos, ellos sepan lo que es el amor de pareja, lo santifiquen y lo disfruten en el matrimonio. Puede ser muy doloroso que en una unión haya amor y éste se vea escondido dentro de una máscara de desarmonías, desencuentros, falta de acuerdos, disgustos, discusiones, por no conocerme y no conocer a la propia pareja en características y en verdaderas necesidades, lo que nos puede llevar a terminar una relación de amor bendecida por Dios, por no trabajar en la integración que Él nos pide.
◉ Pero cuando una unión no funciona, no se han unido con la veracidad del amor, o se han ido descubriendo realidades no vistas al casarse, que pueden ser antagónicas e irreconciliables; entonces, mantener el matrimonio, ¿no es un error?.
◉ Desde la mirada Ámense®, que coincide siempre con el Evangelio bien interpretado, sí lo es, y sería un error muy grave. De entrada, acarreará el sufrimiento de ambos y el de sus descendencias, pues estarán muy lejos de fomentar el amor, la armonía y el disfrute dentro del hogar, el cual nunca llegarían a formar, aunque se mantuvieran juntos, por exigencias establecidas e interpretadas al pie de la letra, al mismo tiempo este mal trascendería, pues los hijos y nietos, si ven la ausencia de felicidad en el matrimonio de sus padres, tendrán la tendencia a rechazar el matrimonio en su futuro. Y la armonía social se derrumba desde sus bases, guiada por nuevas generaciones separadas de las bases de la vida humana.
◉ El Padre nos habla siempre con gran respeto, como adultos responsables y capaces de ver lo necesario y sobre todo capaces de ver y sentir Sus signos, que nos dicen la verdad.
◉ El matrimonio es Sagrado cuando es bendecido por Dios y esto lo siente cada miembro de la relación, lo sabe, lo percibe, está seguro en su interior.
◉ Conocemos muchos matrimonios de muchos años, que han sufrido la represión, el dolor, el sufrimiento de no amar, o de no ser amado. Creemos firmemente que, cuando no sabemos escuchar los mandatos divinos de forma adulta y clara, podemos caer en errores que pueden ser arrastrados de por vida y al final, podemos sorprendernos cuando descubramos que nadie nos estaba obligando a hacer algo que entendí mal, que existían los caminos legales para el cambio, y que, por encima de todo, yo soy el máximo responsable de las decisiones en mi vida, y de mi felicidad, como cuando tengo hijos, lo soy también de ellos, y de sus vidas, hasta que se hagan adultos para aportar su bien a la vida.
Vista esta realidad pasemos a dejarnos iluminar por el Evangelio, que es siempre LUZ:
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Habéis oído el mandamiento «no cometerás adulterio». Pues yo os digo: El que mira a una mujer casada deseándola, ya ha sido adúltero con ella en su interior. Si tu ojo derecho te hace caer, sácatelo y tíralo. Más te vale perder un miembro que ser echado entero en el infierno. Si tu mano derecha te hace caer, córtatela y tírala, porque más te vale perder un miembro que ir a parar entero al infierno. Está mandado: «El que se divorcie de su mujer, que le dé acta de repudio.» Pues yo os digo: El que se divorcie de su mujer, excepto en caso de impureza, la induce al adulterio, y el que se case con la divorciada comete adulterio.» (Mt.5,27-32)
¿Qué creen? Veamos detenidamente que aquí las palabras de Jesús se refieren al 7mo mandamiento del Decálogo. Ámense tiene estudiado ampliamente cada uno de los mandamientos y todos ellos como un todo, formando una Teoría completa.
Valga acotar primero, que no hay que olvidar que la época del Decálogo (Antiguo testamento) existía una mirada algo machista, donde se minimizaba a la mujer en relación con el hombre, aunque Jesús rompió ese esquema con su actitud tan abierta y lozana hacia las mujeres, el Evangelio se refiere a citas del pasado, tal como estaban escritas, para darle una mirada nueva.
Pero, veamos el rigor de las palabras, ¿qué es adulterar? Se trata de cambiar la composición de algo, introducir algo que no va o no pertenece, ya sea por error o por una intencionalidad no limpia; así como quitar algo de donde pertenece o debe estar (robar). P. ej. una medicina adulterada, o echarle agua a la leche puede contemplarse como adulterio.
Es así como adulterar puede verse en un matrimonio que, aunque se casó con todas las de la ley, fue una decisión externa y No una verdad interior sellada por la Voluntad de Dios. Un matrimonio así es profundamente adúltero, y el sincerarse ante Dios debe llevar a la superación de ese error. Esto no sería en realidad un divorcio, porque, en este caso, Matrimonio no hubo nunca ante Él. El divorcio más bien los reconcilia y los libera, si es vivido civilizadamente y con sinceridad de corazón.
Lo dicho es tan así, que Jesús recalca que adulterar es también mirar deseando a alguien casado. Aquí apreciamos el RESPETO al Creador y a Su Voluntad, en todo en nuestra vida. Esto es una parte de la triada de Principios básicos de Ámense, respeto / dignidad / confianza. No tiene sentido desear algo que a uno NO le pertenece (décimo mandamiento) cuando estamos mirando o apreciando lo que pertenece al otro, lo hacemos con respeto y sin dejar de apreciar lo propio de uno, donado por el Padre para mí.
Mujer casada, o hombre casado, significa que ya ante Dios hay una pertenencia mutua. Pero no se trata de un contrato legal, o la firma de un documento en una ceremonia. Lo que hace que alguien sea verdaderamente casado, es una realidad interior que sólo las personas que lo viven lo saben en su corazón, de manera que su vínculo con Dios pasa por vivir y ser, desde dentro, UNO con el conyugue.
Desear a otra persona sexualmente, que no es la mía, implica un alejamiento de aquella persona con la cual yo estoy unido con amor de exclusividad, es una ofensa de inconformidad con Dios, al no afianzar ese amor exclusivo que nos une e introducir dentro del propio corazón pasiones no apropiadas. Un soltero/a todavía mira a muchas/os para escoger, pero un casado o casada se supone que ha madurado, y están satisfechos como hombre o mujer, ya selló su pacto y su corazón ya no está buscando más.
En este texto, el Evangelio trata de resaltar el valor supremo de una unión esponsal, ya que esta unión es el eje que rige la vida, y una falta en esta unión de amor es siempre GRAVE, pues pone grietas en toda la vida de la persona y de la familia que está llamado a formar, son grietas de las bases, que, si no se corrigen con prioridad de acciones, va al derrumbe y a la ruina del plan de Dios sobre las personas. Es por eso por lo que Él dice: Si tu ojo derecho te hace caer, sácatelo y tíralo…. Si tu mano derecha te hace caer, córtatela y tírala, porque más te vale perder un miembro que ir a parar entero al infierno.
Bajo la perspectiva Ámense®, estar “casado” con alguien que NO es tu media naranja es pecar, y la separación también puede verse como la decisión de cortarse una mano o sacarse un ojo. Es siempre mejor reconocer los errores a tiempo. Es por eso por lo que La Instrucción Ámense expone -sólo para el interesado- de forma drástica, los límites, daños y errores que cometemos y que arrastramos y que, al no conocerlos, no los cambiamos; pero siempre hay nuevas oportunidades para dejarse iluminar por la verdad, y arrancar de uno lo que lo ata a la infelicidad. Si continuar así no tiene sentido y Dios te indica posibilidades nuevas llenas de verdad, hay que llenarse de valor para despegar las dependencias… por eso el más te vale…
Es así como, al celebrar el día de nuestro matrimonio, se sigue cumpliendo lo que el sacerdote que ofició la Misa dijo aquel día: que fuimos como un ángel el uno para el otro, pues este hombre de Dios entendió perfectamente que, tanto Sara como Alberto, ya adultos, estaban encontrando su salvación el uno en el otro, porque los compromisos anteriores de sus vidas se desmoronaron ante el fuego de amor que los unió, desde una espiritualidad y una misión que ya los traía unidos desde 12 años antes.
Así que el día de San Pedro y San Pablo, los incasables apóstoles de la libertad y la autoridad de Cristo, era el día ideal para unir el matrimonio en una visión eclesial sólida, iluminada tambien por Juan Pablo II, en su Teología del Cuerpo. Sentimos que nuestro matrimonio está marcado por ese LIDERAZGO ÁMENSE, como el más sagrado sacerdocio, tan necesario en la actualidad, donde todas las personas necesitamos ser quien somos, y realizar nuestras vidas construyendo familias en armonía, con niños bien educados, y en COHERENCIA ofrecer con nuestro trabajo y talenatos el correspondiente servicio al BIEN COMÚN.
Dios bendiga a todo aquél que se decide a Amar al máximo, empezando por el amor de uno mismo, que se abre al intercambio interpersonal de pareja, y, en LIBERTAD, da su aporte a la construcción de un mundo mejor, bajo Dios.
Abrazos Ámense.
Sara y Alberto