Queridos en
Ámense:
Mientras en
Washington se extiende el asunto de la reforma migratoria, en muchos de
nuestros países de origen se desarrollan graves conflictos; y básicamente
nuestro "sueño americano" no llega nunca a transcurrir en Paz y
felicidad, es por ello que traemos hoy a nuestro Blog el tema de la emigración,
las necesidades, los sueños y la Tierra.
¿A quién de
nosotros le es ajena la emigración? A unos por haber emigrado a la mitad de su
vida, otros más ancianos ya, otros en la adolescencia o en plena juventud,
muchos otros desde que eran niños, o que nacieron aquí, pero de padres o
abuelos marcados por ese paso, por ese proceso de desarraigo, al dejar atrás lo
propio; unos más movidos por alcanzar sus sueños, otros obligados por la
necesidad, para otros fue la única salida para salvar sus vidas de la muerte o
la prisión... Tantos son los pedazos de historia personal que hemos llegado a
compartir y sanar en la Instrucción
Ámense, lo mismo cubanos que mexicanos, o dominicanos, puertorriqueños,
hondureños, colombianos, venezolanos, salvadoreños, nicaragüenses,
costarricenses, argentinos, chilenos, españoles, italianos, y hasta rusos... y en todos encontramos, independientemente de la
causa, del país de origen, o de la edad que tengamos; la marca de una escisión,
de una ruptura, de un dolor de esencia interior, y que se relaciona siempre con
sufrimientos vinculados con la lejanía de aquello que amamos; y el denominador
común de nuestro daño lo está, básicamente, en la desintegración que -de hecho-
han sufrido nuestras familias.
Quizá nunca antes
el asunto migratorio se haya complicado tanto en Los Estados Unidos, como en la
actualidad. Y es que no existen dudas de que la emigración es un hecho de vida
que funda esta Gran Nación, y que incluso podemos encontrarlo a lo largo de
toda la Historia Humana, desde tiempos muy remotos, como un modo de buscar, no
sólo la supervivencia, sino también la libre realización de una mejor vida. En
el más natural de los casos, lo hacían familias completas, deliberadamente y
con la confianza puesta en Dios; pero no es ya así de sereno "el
sueño" de emigrar, que conocemos actualmente, en la mayoría de los
inmigrantes.
Mucho ha progresado
el desarrollo humano en las últimas décadas y, desde la civilización actual, Ámense
ve la existencia de nuevos datos que pueden dar una comprensión nueva a la
manera de ver la realidad migratoria. En primer lugar, tenemos la creciente tendencia
de todo el Planeta a integrarse globalmente, por razones inherentes a la misma esencia humana, que es UNA; pero impulsada,
básicamente, por los altos logros de la tecnología y las comunicaciones; en
segundo lugar, es preciso ver que este fenómeno planetario sucede, cuando ya
están arraigados, en la identidad del
ser persona, conceptos muy esenciales
a la vida, como lo son: la propia tierra, la etnia, la ciudadanía, la cultura,
la patria; que están ahí y deberían servir de soporte a la armonía de la vida
familiar... Cada país ha forjado su nacionalidad, a través de una historia
donde hay valores, insignias, sacrificios, ideales, sangre derramada, modos de
vivir, sabidurías, esperanzas... que forman parte de la psiquis, de la vida
afectiva, de las raíces, de cada ciudadano y de cada familia. Sobre todo ello se
asientan los sueños, que serán
siempre aspiraciones arraigadas en la condición de hijo de esa Nación de la que se es parte naturalmente, de la misma
manera que uno pertenece a su familia.
Así pues, vemos
que en la misma medida en que el emigrar habla bien de las personas que se
lanzan a buscar mejor vida, con grandes esfuerzos y sacrificios que pueden
llegar a ser catalogados hasta de heroicidad; ese hecho -sin duda- revela también
la realidad de la existencia de un mal
en el país del cuál uno emigra; denuncia la presencia allí de un freno
importante, al menos para estas personas, puesto que lo dejan todo, pagando el
duro precio de arrancar raíces de vida y de cultura, que sangran siempre y
duelen hondo, aunque no siempre las personas sean conscientes de la magnitud de
esa herida; sobre todo si se trata de
un emigrar forzado, a partir de cualquier forma de desorden o injusticia.
La Visión Integrada de la Persona Humana
que tiene Ámense, es sensible a esta realidad, por haberla vivido en carne
propia, y por haberla constatado en cientos de personas de diferentes
nacionalidades aquí en los Estados Unidos. Lo cierto es que el sueño americano surge, con mayor
frecuencia, en personas que humanamente les era muy difícil enfrentar lo vivido
en su nación; siendo así que encuentran aquí un estado de desarrollo alcanzable
para todos. Pero la manera de emigrar misma, en la mayoría de los casos,
implica rupturas que afectan directamente la vida familiar. Ante esta realidad
podemos preguntarnos si quizá no se hayan asumido aún acciones que vayan a la
raíz, y que descubran y sanen las bases, desde donde la inmigración se
convierte en un problema para este país. Por otro lado podemos ver que existen
ya en el mundo realidades, características, signos, que llaman a todas las
naciones a una mirada de desarrollo, crecimiento y éxito de vida, donde sean
respetadas las personas desde su identidad e integración con su historia
personal, familiar y nacional.
En realidad el
problema de la emigración por un sueño
americano, visto desde la perspectiva de Ámense, va caducando como modo de
realizar las legítimas aspiraciones de
las personas; puesto que el verdadero sueño
que se ha llamado “americano”, su valor, su éxito, la esencia de este sueño no es rigurosamente “americano”
sino PERSONAL, que se abre a una realización familiar, en primer lugar, e
incluyen las raíces de su identidad nacional. En otras palabras, el inmigrante
no logra su verdadera realización personal cuando ha tenido que tronchar su
historia, y dejar partes de sí, sin poderlas desarrollar ni integrar del todo
en la nueva tierra.
Hoy vemos que la cuestión
sobre el apoyo a los inmigrantes, sobre lograr potenciarlos y que realicen sus sueños, tiene un sustento movedizo, pues:
¿Dónde quedan las graves problemáticas de las Naciones que dejan atrás, y que
cada cual trae como daños en sí mismo? ¿Cómo queda la familia que muchas veces
debe dejarse atrás?¿Cómo se resuelven esas problemáticas? Ámense ve que la
emigración, tal y como se está viviendo actualmente, constituye, en parte, un
escape y, al mismo tiempo, puede ser fomentada y promovida desde intereses a
corto plazo y, sin mirar a realidades humanas de raíz y también de amplio
alcance. Es preciso constatar que lo
injusto, que puede llegar hasta lo monstruoso, y que aparentemente dejan
atrás los inmigrantes, están aún activos realizando el mal en el Planeta; puesto que éste es real, y no está "tan
atrás" por una doble razón: vivimos en un mundo cada vez más pequeño,
donde cualquier situación local afecta a todo éste; y, por otro lado, el
inmigrante trae consigo estilos de comportamiento, expresados en determinados
hábitos, costumbres, creencias, valores... que tal vez se ajusten a su país, pero no necesariamente al
lugar donde emigran.
El mantenimiento
del éxito, el progreso y la Paz en los Estados Unidos hoy por hoy, pide a
quienes deciden entrar a formar parte de este nuevo hogar que los recibe, una mirada más sincera y profunda hacia sí
mismos, hacia los propios principios, hacia los sentimientos dañados en sus
raíces y hacia la propia responsabilidad. Ámense ve claro que la herida, el
dolor, el gemido al que nos referimos; no se tiene en cuenta, se oculta, se
tiende a olvidar, incluso por los mismos que lo portan, y más tarde, se convierte
en un bumerán, a la hora de recoger los frutos provenientes de esas raíces que
pueden estar dañadas, y que llegan a tocar la vida Nacional Estadounidense.
Llegados a este
punto tenemos que estar ciertos de que Ámense no sólo ve el problema, sino que
está aportando soluciones y, seguirá en su tenaz empeño por extender más
ampliamente los programas de formación
permanente para adultos, que muchos de ustedes ya han probado en sus vidas;
y estamos seguros iluminarán a más y más personas sobre su propia verdad y,
sobre la verdadera realización de sus “sueños”; que no será más que la
realización de sus vidas, que no son sueños,
que son sus historias y sus retos de vida como hombres o mujeres, como madres o
padres, como esposos o esposas, a los que les toca responder, desde la esencia
misma de su identidad y, con una
mirada abierta a que se realice el Bien.
En fin, nuestro
deseo es que cada inmigrante y su familia logre integrar, profundamente, el
amor por sus raíces, con el amor por esta tierra que los recibe y en la cual
están llamados a realizarse plenamente.
¡Paz y Bien!
Alberto y Sara
Fundadores de Ámense
Copyrightã2005 -2014 Ámense Corp.