DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN AL NACIMIENTO DE JESÚS
Alegría es la tónica de estas fiestas…. Pero ¿De dónde viene?, ¿qué la causa? En la fiesta de "la Gritería", que el Pueblo de Nicaragua celebra la noche de vísperas de la Inmaculada Concepción, el 7 de diciembre, se hace esta pregunta y se grita la respuesta:
- ¿Qué causa tanta alegría?
- ¡La Inmaculada Concepcion de Maria!
Se está celebrando un hecho que produce Alegría profunda a toda persona humana, puesto que una de nuestra especie fue concebida con Plenitud de Gracia, es la Primera Persona que, desde el momento de su concepción, ha estado totalmente sana. Es aquella persona en la cual la Humanidad ve realizada su perfeccion, su Guía de Realización. Ella será la Madre de todos los hombres al llevar en su seno y, dar a luz, al mismo Hijo de Dios, por quien todo fue hecho.
Concepción Inmaculada significa el logro máximo de la obra Creadora de un Dios que es Amor y que tuvo a bien hacer un Universo en el que existiera una criatura que fuera reflejo de Sí, de su perfección, sin ningun tipo de alteración, mutación o, daño. Podríamos decir que, en el proceso evolutivo de la Especie Humana, el fruto más maduro se dio en María: aquel vástago, aquella raiz, ese ser matriz de perfección suma; que pudo engendrar, dar a luz, criar, educar y acompañar hasta su muerte al Hijo de Dios Vivo.
Celebrar a María en su Concepción es un grito de júbilo y de Alegría tan profunda, que difícilmente pueda encontrarse entre las realidades de la vida humana, un hecho, un dato, una noticia, que proporcione mayor dicha, mayor Luz, mayor sentido a nuestra existencia. Esa concepción Purísima es motivo de indescriptible gozo, puesto que lo que es la base, el empezar, del término de la Creacion Humana, se hizo realidad y; además, ya conocimos del Triunfo de esa Humanidad Nueva, al saber como Ella, junto a José (otra persona escogida del Padre) logró tener, proteger y acompañar hasta su final glorioso a Jesucristo, el Hijo de Dios Vivo.
Así pues, desde la Concepción Inmaculada a la Navidad, corre un trecho de extraordinario Triunfo del Amor de un Dios que sembró en la Creación misma el germen, la semilla; por la cual Todos y Todo, pueda ser renovado. María Inmaculada es el principio del fin, el Sentido de la Humanidad pendió del Sí de Ella. Dios -que la creo Llena de Gracia- se complació en Ella cuando se responsabilizó de la tarea para la que fue creada. Ella podía decir NO, pudo haber traicionado al creador, pero no lo hizo; por eso es la Vencedora, la que dijo Sí al Padre y no al pecado; no a todo lo que niega Su Plan sobre el Hombre. En esto María restituyó aquel daño causado por el primer pecado y restauró para siempre a la Humanidad, con un Nuevo retoño, lleno de virtud, sin mancha de imperfección, para que todos los que se unan a esta estirpe nueva, se regeneren según el modelo perfecto, Cristo.
Al nacer Jesús, lleno de Luz en medio de la pobreza del pesebre, en aquella noche, se regocijan las entrañas de la tierra y toda criatura celestial y terrenal exultan de gozo para celebrar la acción del Dios que muestra su amor a la obra de sus manos, haciéndose una criatura en brazos de Aquella a quien había preparado desde su misma concepción.
Alégrese, pues, todo ser que vive y respira, alégrense también las entrañas de la tierra toda, los pilares que sostienen el Universo; pues no hay motivos de tristeza ante ese Triunfo de la humanidad: ese nacimiento del Verbo de Dios, en medio de tanta oposición. Aquí se muestra ya de triunfo del Bien sobre el mal, la poderosa acción del Dios del silencio y de la humildad, que nace en medio de las tinieblas de la tierra, para llenarlas de una Luz que no tiene ocaso.
Santificado ha sido el Nombre de Dios para siempre, al lograrse tan perfecto fruto del Amor. Santificada ha sido también la concepción de todo ser humano, por la cual puede hacerse realidad una particular manifestacion de Amor de Dios al hombre. ¡Cuán santo y sagrado es desde entonces el acto de concebir! ¡Cuánta responsabilidad adquieren los esposos, al hacer el amor que engendra un nuevo ser! ¡Cuán sagrado será el cuidado y el alimento de esa intimidad que crece y, se va formando durante los nueve meses en el vientre materno. ¡Cuán festivo y gozoso debe ser el día del nacimiento de esa nueva criatura, llamada a realizar su camino en esta tierra según el modelo del Hijo Altísimo de Dios.
Postrémonos pues, ante este Misterio, venerando y adorando al Padre de la vida. Celebremos, al conmemorar la Inmaculada Concepción, nuestra propia concepción. Ajustémos, la nuestra, imperfecta, dañada por alguna forma de carencia del Amor Purísimo, a la de Ella. Conectémonos con el torrente de la Gracia infinita que lava y purifica; para que también la nuestra sea una concepción feliz y bienaventurada, reengendrada en el amoroso seno de la Madre Virginal de la Nueva Creación.
Restaura, nuestra Concepción María, engendrándonos de nuevo en tu seno Glorioso… Y haznos nacer otra vez, danos otra vez a luz, regenerados por medio de tu amantísimo Hijo. ¡Así sea!
© 2005 Alberto Barrios