En primer lugar, debo decir que no soy una crítica política ni mucho menos, que lo que escribo es mi sentir, que debía ser respetado por todos, como yo respeto el de los demás, aunque difiera, y que mi intención no es de atacar a nadie, sino de dar luces que creo haber tenido. Que este escrito no representa a “Ámense “sino que es mi forma particular de ver, escribo, a título personal. Yo Sara, no sin mi Alberto, quiero compartir mis impresiones sobre el evento de anoche, donde el Presidente de esta nación ofreció el discurso del Estado de la Unión. Las mismas no pueden estar desvinculadas con mi profesión, que comencé desde hace más de 30 años, que mantuve ejerciendo como tal por más de 25 años y que forma parte ya de mi identidad, por lo que cuando observo, descubro cosas que otras personas quizá no vean; si me doy cuenta de los detalles, como si se dieron o no la mano al llegar, si se miraron o no, si se hicieron muecas durante el discurso, o no, claro que sí, pero hoy quiero compartir, con los que me quieran leer, datos que aprecié que, por la importancia que en ellos veo, no puedo callármelos.
Mi asombro no tuvo límites cuando pude apreciar por mi misma, los rasgos de marcada inmadurez personal en la Representante y líder del Partido Demócrata la señora Nancy Pelosi, a través de la imposibilidad que mostró para mantener la atención, en todo el tiempo, hacia el discurso del Presidente, cuyo contenido era la razón por la cual ella y todos los demás se encontraban en el lugar. Pude apreciar una falta, a considerar seriamente, de una ética, un profesionalismo y hasta una mala educación en la mayoría de los Representantes Demócratas, no mostrando el más mínimo respeto ante la figura del Presidente de su Nación que fue elegido por la mayoría de los votos, de los ciudadanos votantes, pues, nos guste a algunos y a otros no, es así. Aprecié una muestra, quizá inconsciente, de la mayoría de los representantes demócratas, de un gran desprecio por su Nación y los ciudadanos y en esto incluyo a la líder demócrata, desprecio que conozco muy bien, por haber vivido en Cuba más de medio siglo, por lo que, ante la más mínima expresión corporal o palabra, por sutil que sea, lo “olfateo”.
El grado de inmadurez, cobró el máximo de expresión cuando la líder política del “tamaño” de la señora Pelosi fue capaz de mostrarse, ante toda la Nación, como una niña con una perreta donde, rompe un “juguete” y lo tira. (En relación al discurso de la Unión).
El Presidente sólo habló de los logros que ha alcanzado en el tiempo de su mandato, objetivo real y único del discurso, no se salió del contenido a tratar en ningún momento, que yo recuerde, mostrando un éxito irrefutable en estos tres años de mandato, cuando habla de manera limpia, clara del cumplimiento de su palabra dada a sus votantes y a toda su Nación.
Un Presidente no tiene que tener cara de galán, ni caerle bien a todas las personas, estos son sólo detalles, un presidente tiene que cumplir con sus promesas a la Nación que preside, a sus ciudadanos que han confiado en él, tiene que saber amar a su país, sentir orgullo y admiración por su tierra, debe tener respuesta adultas, experimentadas, certeras, seguras y, concretas y cumplir con todo lo que representa el Bien a la nación en su totalidad, no en particularidades solamente.
Un Presidente no necesita llegar a la categoría divina de “Santo”, y este Presidente, para mí, reúne los requisitos necesarios para presidir nuestra Nación, en estos momentos específicos de la historia. Su labor aún no termina, debemos darle el espacio para que lo haga, integrándonos y apoyando activamente, cada cual en lo que podemos y nos toca.
“Por sus frutos los conoceréis” … “El que tenga oídos que escuche y el que tenga ojos que vea”.
De todo corazón no deseo que nadie se sienta ofendido, es mi manera de ver y soy libre de compartirla.
¡Dios bendiga a esta Nación y a todos sus ciudadanos!
Sara Mateo.