Nuestro amor por la iglesia católica viene desde que nosotros, Alberto y Sara, hemos sido engendrados dentro del vientre de nuestras madres. Cada familia, por separado influyó en nosotros de manera tal que, aún distanciados en el tiempo y en el espacio, nos ha unido siempre, como un punto fijo, desde que nos conocimos, el amor por nuestra Iglesia; bien conocida desde dentro en sus defectos y virtudes; y aun sufriendo de ella, por ella y en ella.
Hace algún tiempo, cada uno de nosotros, con su formación y su historia propias, hemos apreciado con dolor que esa madre Iglesia no estaba dando las respuestas que esperábamos, en sus representantes. Nunca hablaríamos de un Ministro de nuestra Iglesia, de una forma despectiva e irrespetuosa, es por ello por lo que hemos callado por mucho tiempo, incluso, habiendo sido agredidos por ciertos lineamientos de la Iglesia actual.
Gracias a la libertad religiosa que los Estados Unidos propicia en sus leyes, hemos encausado nuestras convicciones de Fe en el trabajo de nuestra Organización Ámense, y nos hemos sustraído de pronunciamientos contrarios a la jerarquía de la Iglesia, pues nuestro objetivo es realizar el Bien y no revolver el mal.
Hoy, al leer la carta del Arzobispo Vigano, nuestra emoción ha sido muy intensa, ya que, desde los tiempos de San Juan Pablo II, no habíamos escuchado a un prelado valiente y conectado con el Espíritu Santo, hablarle al mundo con la centralidad, la cordura, la inteligencia, la profundidad, la justicia, la verdad y sobre todo con la valentía en el amor; como lo ha hecho esta persona especial y sabia con la que nos sentimos identificados. Los valores amados salen a la luz, en este momento crítico, de una forma clara e irrefutable, a través de una autoridad eclesiástica a la cual, nos unimos y nos hacemos eco.
Nuestro espíritu se ensancha y crece, con este mensaje al mundo, un mundo adolorido, un mundo, dañado, agobiado, golpeado de todas las formas posibles, herido desde dentro, un mundo que nos duele y que nos hace llorar en el hoy por hoy.
Sólo queremos decir que estamos y estaremos orando junto a todos aquellos en los que se han movido hoy sentimientos de bien, de esperanza y de la convicción de que es el Padre, nuestro Creador, solo Él, el que puede salvarnos a través de nuestra fe, de nuestras oraciones y acciones encaminadas a seguir el BIEN común.