Queridos en Ámense:
Este año la Navidad ha tomado un giro diferente, sí, porque estamos muy removidos por muchas cosas: preocupaciones, incertidumbres, medias verdades, dictámenes contradictorios, dudas...; con el dolor y el sufrimiento interno de casi ya dos años de amenazas continuas, tragedias y pérdidas. Sin embargo, debemos estar claros de que la Navidad viene de todas formas, y que el Niño Jesús nace cada año y, lo recibamos o no, Él llega, y pone su morada entre nosotros, aun no estando ni siquiera conscientes de ello.
Se hace muy difícil el poder integrar el dolor y el sufrimiento, con la alegría y el disfrute. Regularmente las personas tienden a separar lo uno y lo otro. Unos pensando con “mente positiva”; otros dejando que la apatía, el desgano y la desilusión les envuelvan, como si no pudiéramos congeniar ambas verdades, siendo así que todo, tanto las luces como las sombras, salen de una misma raíz: ¡Él, que viene a nosotros!
Sí, porque dentro del dolor siempre podemos encontrar el Gozo que Él nos trae; y logramos sentir Su Amor más cerca. No rechacemos el hecho de que las más grandes enseñanzas y luces salen siempre de la contrariedad y el dolor y, son celebradas luego con el gozo, del arrepentimiento, la rectificación y la superación; unidos a la mayor entrega de Jesús marcada siempre por la naturalidad, la transparencia, el sufrimiento y la entrega.
Ahora bien, la alegría de la Navidad es algo que se siente desde dentro, y a veces no reparamos en ella, pues estamos con la mirada afuera, insertados en una avalancha de anuncios y comerciales que la adornan, imágenes, videos, chistes y entretenimientos sin verdaderas enseñanzas, y que han hecho que se difunda una “alegría” que puede ser vacía, cuando no dejamos que fluya la verdadera; o una tristeza que no despierta al hecho de que Jesús, está ahí, como detrás de las puertas de nuestro corazón tocando, para que le abramos y venir a celebrar la cena que recrea y enamora (Cfr. San Juan de la cruz, Cántico).
Pedimos al Padre, porque se detenga el mal,
que está amenazando las vidas de las personas
que residimos en este mundo creado por Él,
que perdone los errores, los desvíos, la falta de comprensión,
y todo aquello, que, aun siendo inconsciente en nosotros,
ha propiciado un camino cómodo para el mal.
Logremos, desde dentro, darle cabida y espacio al Bien, Sumo Bien, Todo Bien.
Abramos nuestros corazones solo a Él, no sirvamos al mal, estando atentos, que nadie nos pueda usar o manipular, para sacarnos de Su camino para nosotros.
Vivamos para Él, vivamos sólo en Él, creamos sólo en Él. Centrémonos sólo en Él. Dejemos que nazca el Niño Jesús dentro de cada corazón y confiemos que, de ser así, todo será mejor y que nunca volvamos a lo mismo, ¡no!, ¡que no regresemos! Que sepamos hacer un camino nuevo, verdadero y luminoso, pues el anterior no fue lo mejor, ya que no nos ha salido bien.
Reparemos en todo esto y rectifiquemos, modifiquemos, seamos parte de un verdadero renacer, siendo sinceros con nosotros mismos, amando, sin matar nuestras vidas, y renaciendo con la humildad de su Poder irrefrenable en nosotros. Superémonos para que salga libre de miedos, la Verdad de nuestros corazones, limpios de todo el mal que nos ha tocado y, dueños de Todo el Bien que Él nos regaló internamente a cada cual.
¡Felicidades en esta Navidad para todos!, desde lo más profundo de nuestros corazones y de nuestra verdad.
Con nuestra habitual bendición de Paz, les abrazamos,
Sara y Alberto
Educadores para un Vivir Integrado en la Fe
Fundadores de Ámense®
Hialeah, Fl
Diciembre 24, 2021
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