A ESTAS MISMAS HORAS DE LA NOCHE DE UN DIA COMO HOY TERMINABA MI PROFESION PERPETUA en la Iglesia de San Francisco de Asís de Cuba y Amargura, en la Habana vieja. Hoy yo soy un hombre casado, un sacerdote dispensado del celibato y de las obligaciones del ministerio sacerdotal. Muchas son las causas externas e internas que me hubieran llevado de todos modos a salir de las estructuras en las que la norma eclesiástica me encerraba, pero la prodigiosa mirada del Padre me sostuvo y me regaló la enorme dicha de esta mujer que hoy es mi esposa y junto a ella encontré, no sólo a la mujer de mi vida, sino a una verdadera y excelente hermana en el Seguir a Cristo y su Evangelio, lo cual para nosotros es hoy la forma de vida nueva que hemos fundado, llamada Ámense. El mandato único de Dios de amarse lo hemos sustantivado y da nombre a toda una institución cargada de verdad y de bien para el futuro de este mundo.
Gracias a esa realización que ha colmado todas mis promesas y las Promesas mismas de Dios a mi persona, es que yo no puedo hoy tener ningún sentir de culpa al no seguir más, a partir de 2004, dentro de los marcos de la vida religiosa y sacerdotal; porque ese SALIR para mi significó lo que dice esa misma palabra en italiano: “salire” significa subir.
Debo reiterar que de la misma manera que sentí el llamado de ÉL a consagrarme dentro de la Orden Franciscana, lo cual me propició al mismo tiempo, sin proponérmelo, el salir un poco de la absoluta opresión a la libertad que se vivía en Cuba en 1980, subiendo un peldaño que me permitía poder recibir y expresar, dentro de la formación sacerdotal y religiosa, verdades liberadoras, y dar luz a los demás; así mismo, cuando salí del encierro en que ya la Iglesia Católica cubana empezó a tener desde los años 1990, lo que dio lugar, a que una década más tarde, decidiera fundar, con Sarita, el Camino Ámense, también salí de una opresión a mi libertad como hijo de Dios, la cual es una condición primaria y esencial para ejercer con sinceridad cualquier camino de Seguirlo a Él.
Debo de declarar que la falta de libertad para abrir mi corazón, mi mente, mis labios y mis manos a Cristo Vivo en mí, es lo que en verdad me ha llevado a salir y, respetuosamente pedir mi dispensa a San Juan Pablo II, quien no tardó en comprender y concedérmela en pocos meses, en diciembre de 2004.
Igualmente, si no me hubiera enamorado de Sara, mi esposa, iba a salir, eso no es ajeno a nadie que me conociera bien de cerca, pues yo lo manifesté en varias ocasiones antes de que ni por mi mente pasara tener un proyecto, ni mucho menos una vida íntima con ella. Ella fue el complemento delicioso a mi soledad en el seguirlo a Él, aquella alma gemela, aquella que coincidía en todo conmigo.
Hoy al celebrar mis 30 años, ya ven como nuestros hijos en Ámense se expresan con tanto respeto y admiración, tanto para mí, como para ella, y es hora ya de que muchos de los que quedaron marcados por la campaña difamatoria que el comunismo divisor generó, diciendo cosas como que a ella me la mandó el aparato comunista, otros dicen que “satán”… tanto mal se ha hablado y tanto daño se ha hecho a una obra tan buena que solo Dios sabe…
Lo cierto es que la Profesión Religiosa no se reduce nunca a ser un simple cumplimiento de unos votos entendidos a la letra, sino que es la expresión de una entrega a Jesucristo Vivo y su Evangelio, para vivirlo de manera concreta y renovada en la historia, en el aquí y ahora que nos ha tocado vivir, para transformar aquello que oscurece y ya no representa esa Buena Nueva Revelada por el Hijo de Dios, dando su vida y muriendo en Cruz.
Debo añadir que, como de costumbre, al final de la ceremonia de aquel 18 de febrero de 1990, cuando me tocó dar las gracias y comencé por aquel Fraile ausente, pero como nadie presente en aquel lugar, donde a sus 28 años de edad fuera acusado falsamente y condenado a 15 años de prisión, y fuera víctima durante 10 años de esa barbarie incalificable que fue el presidio político cubano, Fr. Miguel Ángel Loredo, quien fue también un PLANTADO, yo no pude menos que expresar mi enorme agradecimiento a ese Fraile, que fuera el único escogido, quien escuchara, acogiera, entendiera y encaminara mi especial vocación franciscana dentro de la Cuba tiranizada … Esto se encuentra grabado en casete de voz, no en video pues no existía esa posibilidad en aquella época. Lo cierto es que cuando mencioné su nombre, enseguida escuche detrás de mi sssssss de varios, que ni sé quiénes fueron para que me callará, pues el nombre de Loredo no podía ser mencionado, pero no estaba en mí el ser así de desagradecido y cobarde, lo cual para otros era “imprudencia”, pero muy bien sé yo los límites de ésta.
Los invito a todos los que me han conocido en el pasado, o los que me están conociendo ahora, a que se acerquen a saber parte de la verdad de alguien que sigue amando a Francisco y a Clara, a la Iglesia Católica, a María Santísima a Jesucristo Eucarístico, a los sacramentos… todo eso se encuentra hoy integrado en mí en un peldaño superior, por donde yo he subido solo junto a mi esposa Sara.
Cuando salgan más y más nuestras publicaciones, sabrán todos cómo veo hoy, mas conectado con la vida del siglo XXI, los consejos evangélicos de la pobreza, de la obediencia y de la castidad.
Este es hoy mi mensaje en un día muy significativo que no podía dejar pasar…
Paz y Bien
Alberto, no sin mi Sara.
Miami, 18 de Febrero de 2020