Por Sara y Alberto Ámense®
Ámense® les desea feliz día a todos los padres y, como siempre, tratamos de ofrecer una instrucción para la vida. Es por ello por lo que los invitamos a una reflexión.
Paternidad, como concepto, podemos encontrarlo referida a la relación legal entre un padre y un hijo, una relación biológica o adoptiva que implica derechos y obligaciones, responsabilidades de custodia, manutención, dentro de la legalidad; sin embargo, cuando se piensa en el campo de la afectividad, refiriéndonos a la paternidad siempre se quedan cortas las normas y conceptualizaciones, ya que, para entrar en esa esfera se hace indispensable estar en conexión con el afecto, con los valores profundos y arraigados de la persona humana, y estas son realidades pobremente abordadas en los momentos actuales.
Muy en especial, refiriéndonos a la masculinidad, a los desempeños del hombre; podemos observar hoy, en tendencias generalizadas, que la imagen masculina se encuentra agredida, desmeritada y desacreditada; al mismo tiempo que se enfoca dentro de una especie de rivalidad entre la mujer y el hombre.
En Ámense sabemos que es imposible poder hacer una generalidad de algo tan profundo como la paternidad, que sí, la vemos vinculada a la masculinidad que porta sólo el hombre, nosotros sabemos que la paternidad es más aún que un sentimiento, una virtud, un desempeño, una responsabilidad, es todo esto sí, pero mucho más, es un Misterio de Dios, una realidad encriptada en el corazón de todo hombre, una realidad humana única e irrepetible, pues pasa por el sello personalizado de cada hombre.
Es así como la paternidad fluye de forma espontanea y natural del hombre, sea padre biológico, adoptivo, o no haya sido padre nunca. Es un Regalo que brota de lo más profundo y está ahí dentro, como en espera de ser abierto y ejercido. Algunos hombres no llegan a aprender a ejercer su paternidad del todo, otros la ejercen a medias aun siendo padres biológicos, y no son pocos los que, sin haber tenido hijos propios, la han podido ejercer ampliamente, por encima de todo.
Un padre está siempre en espera de hacer por los hijos, no es alguien que recibe sólo limosnas de lo que “la madre de sus hijos” quiera darle, no, para nada, es alguien muy especial para los hijos, necesario e indispensable. Muchas veces cuando escribimos nuestros contenidos hacemos referencias a la ignorancia de la ignorancia, a la ignorancia que nos lleva a la arrogancia; no pocas veces escuchamos a madres solteras, viudas o abandonadas decir: - ¨Yo soy padre y madre para mis hijos”. ¡Grave error!
Ninguna madre podría ejercer una paternidad adecuada, pues ésta está ligada a la esencia, a la propia identidad del hombre, y no podrá ser ejercida con la dignidad y seguridad para el bien de los hijos, sino es por el padre. El privarlos del padre, y tratar de asumir la madre el ejercicio de la paternidad es un error. Quizá pudiera ésta asumir la responsabilidad legal, social y mantener a sus hijos en la vida, pero la carencia de la verdadera paternidad nunca podrá ser suplantada por lo que no lo es. Incluso, si nos fijamos bien, al hablar de huérfano o huérfana, apreciamos que la terminología que se usa es “huérfano de padre” o “huérfano de madre” ya que no representa lo mismo.
Los hombres ejercen su paternidad a través de su ser persona. Por poner algún ejemplo: si tenemos a un hombre reprimido, bloqueado en su personalidad, pues tendremos una paternidad ejercida desde estas características, si es alguien violento, así ejercerá su paternidad y así enseñará a sus hijos. En cambio, un padre desinhibido, cariñoso, tierno, que sea capaz de mostrar sus sentimientos, ejerciendo su autoridad con firmeza y amor, libremente, formará unos hijos con esta referencia; y será, sin duda, la mejor manera de formar generaciones sanas.
Ser padre no es una tarea más, es una misión de vida, y a la vez, el gran privilegio de Dios en la Vida y la mayor responsabilidad. El lograrlo proporciona la más inefable satisfacción que un hombre puede alcanzar.
Ahora bien, nunca podremos ver la paternidad independiente o separada de la maternidad, ambas se encuentran entrelazadas por ofrecer el bien hacia los hijos. Para poderse ejercer de la manera adecuada deben encontrarse integradas desde el padre y la madre, incluso aun no siendo parejas, deberán ofrecer un civilizado acuerdo, como padre y madre de su descendencia.
Queridos todos, cuando hablamos de un “misterio” lo hacemos pensando en algo que no puede reducirse a palabras, ni explicaciones; es algo que está, que sucede y punto. Es por ello por lo que nos referimos a la paternidad como misterio, que incluye un sentir profundo, ligado al ser, una realidad muy poderosa y espontanea a la vez, pues fluye natural y fuerte, desde lo más profundo.
Los padres deben entender, de forma natural, que esas criaturas a las que aman son su responsabilidad, que debe ser ejercida junto a la madre de sus hijos. El vínculo maternidad-paternidad es para toda la vida, no puede ser deshecho, olvidado o abandonado, sino integrado dentro de lo posible para el bien de los hijos.
El mayor privilegio de Dios a los hombres, lo es la paternidad y todos tienen la herencia de San José quien fue enviado para ser padre del hijo de Dios en la tierra, modelo de paternidad y de humildad, formó y crió a Jesús junto a María.
Muchas felicidades a todos los padres, que puedan ejercer su amor paterno hacia sus hijos y hacia el mundo que tanto necesita de la integración del padre y la madre, en su ejercicio único de la formación del hombre y la mujer nuevos.
¡Felicidades y Bendiciones a todos!
Junio 15, 2025
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