Por Alberto Barrios, 4 de Octubre, 2023
Usurpado en tu nombre,
pero nunca en tu esencia,
así brillas hoy, Francisco.
Amado de Dios y de los hombres,
mostraste al hombre total
que descubriste día a día,
sumergido en las profundidades de ti mismo,
para reencontrar la humanidad perdida.
Y, en tu creciente entrega, fue emergiendo de ti
la pregunta constante e insaciable,
que hiciste tu oración hasta el final:
¿Quién Eres tú Señor? y, ¿Quién soy yo?
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